domingo, 6 de marzo de 2016

La Ley: El Cuarto mandamiento

“Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó”. (Éxodo 20:8-11).

Todos los seres humanos tenemos la necesidad de descansar de nuestras labores, la leyes humanas lo confirman, en todos los países siempre hay por lo menos un día dedicado al descanso de las labores de las personas que trabajan. Dios sabía de la necesidad del hombre para descansar y dejo estipulado que el hombre descansara de sus labores un día, el cual denomino “de reposo”, no obstante aunque ese día el hombre descansaría, Dios le dio un propósito a ese día de descanso y era el de santificarlo.

Expliquemos primero las implicaciones de que existiera un día de reposo, en Génesis 2:2-3 dice: “Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación”. Este versículo da la razón del porqué existe un día de reposo y es que Dios mismo lo instituyó porqué en el día séptimo acabó su obra, pero la pregunta que muchos se hacen es: ¿Dios necesita reposar? ¿Dios se cansó de crear las cosas? La respuesta lógica es no, pero entonces ¿Cómo podemos entender que Dios reposó? La palabra hebrea usada para reposar en este texto es “Shabbat” y significa descansar o cesar, entonces la mejor traducción a este versículo sería esta: “Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y cesó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él cesó de toda la obra que había hecho en la creación”. Entonces, entendemos que el día en que Dios cesó (terminó) su obra, Él designo que todo hombre reposara (descansara) en ese mismo día, de ahí que de la palabra shabbat viene la palabra Sábado. 

Entendiendo entonces que el día de reposo (Shabbat o sábado) fue escogido por Dios para el descanso del hombre porqué en ese día cesó su obra creadora, guardar el día de reposo implicaba el descanso de los trabajos de toda la semana. Deuteronomio 5:13-14 lo confirma cuando dice: “Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo a Jehová tu Dios; ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, para que descanse tu siervo y tu sierva como tú”. También Éxodo 23:12 dice: “Seis días trabajarás, y al séptimo día reposarás, para que descanse tu buey y tu asno, y tome refrigerio el hijo de tu sierva, y el extranjero”. 

Ha quedado claro que el día sábado para los hebreos era el día para descansar de sus labores, pero repito lo que antes dije, Dios no escogió ese día solamente para que el hombre no hiciera nada, antes bien la segunda palabra clave del mandamiento es santificarlo, es decir, ese día era para apartarse de los quehaceres diarios para dedicarse al Señor. Veamos los siguientes pasajes que hablan de la observancia del sábado o día de reposo:

Éxodo 31:13: “Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico”. 

Éxodo 31:16: “Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo”.

Isaías 58:13-14: “Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado”.

De estos tres pasajes podemos sacar las siguientes conclusiones: Primero, la observancia del sábado es una señal de que el pueblo de Israel era un pueblo santo para Dios. Segundo, Por toda la vida se debía guardar esta señal. Tercero, Dios bendeciría a los que se deleitaran en Él en ese día. Por esas tres razones el pueblo judío dedicó ese día a oír la Ley del Señor, Hechos 15:21 dice: “Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo”. Los judíos se dedicaron cada sábado a leer y meditar en la ley.

La pregunta que como cristianos debemos hacernos hasta este punto es: ¿Por qué nosotros no guardamos el sábado?, ¿Por qué en vez del sábado guardamos el domingo? Veamos qué nos dice la biblia respecto a estas cuestiones, Colosenses 2:16-17 dice: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo”. La iglesia de Colosas tenía un problema y que habían dejado a falsos maestros entrar en la iglesia y adoptaron una mezcla de costumbres judías y filosofías de la época que los llevaron a tomar ciertas prácticas como el guardar el día de reposo y otras fiestas solemnes de la nación judía, Pablo dice explícitamente que el día de reposo, junto con otras cosas que también mencionó, era una sombra de lo que había de venir y eso que había de venir es Cristo, por tanto, Cristo es el Señor del sábado( Marcos 3:27,28) y también es quién cumple el propósito del sábado, pues Él es ahora la señal que tenemos de ser un pueblo santo para Dios.

Vemos que en varias ocasiones Jesús hizo obras el día sábado:

· Sanó un ciego( Juan 9:13-28)

· Sanó a un paralítico( Juan 5:1-18)

· Sanó a un hidrópico( Lucas14:1)

· Sanó a un hombre con la mano seca( Marcos 3:1-6)

· Sanó a una mujer encorvada( Lucas 13:10:12)

Teniendo en cuenta estos antecedentes podemos afirmar que Jesús podía disponer del sábado como bien la pareciera, ahora bien, Jesús resucitó el día domingo y a partir de este hecho ese día se le conoció como el día del Señor, Apocalipsis 1:10 dice: “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor…” este día del Señor que aparece en la versión Reina Valera originalmente no se tradujo así, la primera versión de Casiodoro de Reina en 1.569 decía “Yo estaba en el Espíritu en el día domingo…” el texto griego de donde se traduce día del Señor es “emera kuriakón”, emera es día y kuriakón es el adjetivo que se traduce como imperial o señorial, lo que viene a ser equivalente a la raíz latina dominus(Señor) que dio origen a la palabra domingo. El mismo caso pasa con el término “Cena del Señor” (1 Corintios 11:20), en realidad las palabras griegas son “Kuriakón deipnon” y traduce Cena dominical. Entonces, queda claro que el día del Señor en el nuevo testamento es una referencia al día domingo.

Los cristianos de la iglesia primitiva empezaron a reunirse el día domingo tal y como lo confirma Hechos 20:7; 1 Corintios 16:2 y los otros dos textos que acabamos de explicar, de ahí que para nosotros los cristianos nuestro día de reposo es el domingo, ese es el día en que nosotros nos dedicamos a descansar de nuestras labore apartando nuestro tiempo para escuchar la palabra de Dios e invocar su nombre.

Tenga en cuenta querido lector que el mandato de Dios a guardar su día de reposo sigue vigente hoy, el domingo debe ser el día en que nos debemos desprender de nuestras ocupaciones y guardarnos para Él, de tal manera que las bendiciones vistas en los pasajes anteriores acerca de la observancia del día de reposo sigan en nuestras vidas, ya no como quién quiere la “heredad de Jacob”, sino como alguien que busca estar en la presencia del Señor todos los días y como quien aspira un día verle cara a cara.

jueves, 3 de marzo de 2016

La Ley: El Tercer mandamiento

“No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.”. (Éxodo 20:7).

Uno de los pecados más comunes que la gente de hoy en día es el usar el nombre de Dios en vano, básicamente porqué la mayoría de personas no comprende el significado de las palabras “usar el nombre del Señor en vano”. Tengamos en cuenta las palabras de Dios cuando nos da este mandamiento por medio de Moisés.

“No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano”: Esta primera frase de Dios nos habla de la honra que Dios reclama para Él, primero alude a sus atributos al referirse a Él mismo como Jehová tu Dios, recordemos las implicaciones de estos dos nombres en artículos pasados, la palabra Jehová habla del señorío y poder de la deidad, y la palabra Dios hace énfasis en su bondad y gracia; entonces, cuando Dios exhorta a no usar su nombre en vano, debemos tener en cuenta que es el nombre del Señor todopoderoso, que ama y da su gracia, es decir, es un gran acto de irreverencia usar mal su nombre ente el Señor dela creación y al mismo tiempo un acto de ingratitud hacia la bondad y la gracia que nos da. Es fácil deducir, o por lo menos es lo que desde pequeños nos enseñaron, que no usar el nombre de dios en vano es jurar diciendo: Por Dios esto o aquello. Sin embargo antes de hablar de juramentos quiero dejar claro algo, el nombre de Dios debe ser honrado, este es el sentido del mandamiento no solamente el abstenerse de jurar en nombre de Dios. Ahora bien, honrar el nombre de Dios implica varias cosas, el nombre de Dios es honrado cuando:

· Nuestros labios y nuestro entendimiento reflejan su majestad.

· No abusamos de su palabra para nuestros fines.

· No hablamos mal de sus obras, ni murmuramos de ellas.

· No nos servimos de sus nombres para hacer cosas que son abominación para Él.

Todos estos casos son formas de honrar el nombre de Dios, no solamente abstenernos de jurar en su nombre, por ejemplo, hoy día muchos predicadores dicen la frase: Así dice el Señor, y no es porqué estén citando algún texto bíblico, están asumiendo que lo que dicen es literalmente palabra de Dios, lo cual es una ofensa terrible al nombre de Dios. El problema con tener este tipo de prácticas es que Dios no tiene por inocente a aquel que use su nombre en vano. Así podríamos decir muchos ejemplos, por ejemplo los que dicen: “este proyecto nace en el corazón de Dios”, cuando realmente ha nacido en sus propios corazones, hay que tener muchos cuidado con meter a Dios en nuestros planes personales, pues nosotros no estamos para obligar a Dios a hacer nuestra voluntad, antes bien debemos someternos a la suya.

Dediquémonos ahora a tratar el tema de los juramentos, para empezar hay definir qué es jurar en nombre del Señor. Jurar en nombre del Señor en la biblia, equivale a poner de testigo a Dio para confirmar algo que he dicho. Por ejemplo, Isaías 65:16 dice: “El que se bendijere en la tierra, en el Dios de verdad se bendecirá; y el que jurare en la tierra, por el Dios de verdad jurará…” En este pasaje dice explícitamente que si se ha de jurar en la tierra, se debe hacer en nombre de Dios, ahora hay que tener en cuenta que poner a Dios por testigo no es pecado, el pecado consiste en algo que más adelante explicaré, pero miremos estos casos donde se jura en nombre de Dios y no hay indicios de que se les haya contado por pecado a estos hombres: 

· Abraham: “Aconteció en aquel mismo tiempo que habló Abimelec, y Ficol príncipe de su ejército, a Abraham, diciendo: Dios está contigo en todo cuanto haces. Ahora, pues, júrame aquí por Dios, que no faltarás a mí, ni a mi hijo ni a mi nieto, sino que conforme a la bondad que yo hice contigo, harás tú conmigo, y con la tierra en donde has morado. Y respondió Abraham: Yo juraré”. (Génesis 21:22-24)

· Jacob: “Dijo más Labán a Jacob: He aquí este majano, y he aquí esta señal, que he erigido entre tú y yo. Testigo sea este majano, y testigo sea esta señal, que ni yo pasaré de este majano contra ti, ni tú pasarás de este majano ni de esta señal contra mí, para mal. El Dios de Abraham y el Dios de Nacor juzgue entre nosotros, el Dios de sus padres. Y Jacob juró por aquel a quien temía Isaac su padre”. (Génesis 31:51-53)

· Booz: “Y él dijo: Bendita seas tú de Jehová, hija mía; has hecho mejor tu postrera bondad que la primera, no yendo en busca de los jóvenes, sean pobres o ricos. Ahora pues, no temas, hija mía; yo haré contigo lo que tú digas, pues toda la gente de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa. Y ahora, aunque es cierto que yo soy pariente cercano, con todo eso hay pariente más cercano que yo. Pasa aquí la noche, y cuando sea de día, si él te redimiere, bien, redímate; mas si él no te quisiere redimir, yo te redimiré, vive Jehová. Descansa, pues, hasta la mañana”. (Rut 3:10-13)

· Abdías: “Pero él dijo: ¿En qué he pecado, para que entregues a tu siervo en mano de Acab para que me mate? Vive Jehová tu Dios, que no ha habido nación ni reino adonde mi señor no haya enviado a buscarte, y todos han respondido: No está aquí; y a reinos y a naciones él ha hecho jurar que no te han hallado”. (1 Reyes 18:10)

Todos estos hombres colocaron a Dios de testigo para afirmar sus palabras frente a un compromiso que estaban haciendo, puedes leer el contexto de cada uno de estos pasajes y te darás cuenta que cada uno de estos personajes no tenía ningún testigo disponible para sus palabras y acudieron a Dios. Queda claro que no es pecado colocar a Dios por testigo en algún asunto, el pecado es colocarlo en vano, como lo veremos a continuación.

“porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.”: Queda claro que Dios condena a aquellos que usan su nombre en vano, miremos de que formas se puede ofender o usar el nombre de Dios en vano, aparte de las formas anteriormente mencionadas. El nombre de Dios es usado en vano y ofendido cuando:

· Se comete perjuicio a alguien en su nombre.

· Se jura sin necesidad.

· Se jura por algo distinto a Él.

Las razones por las cuales Dios culpa de pecado a aquellos que usan mal su nombre es porqué hacen quedar mal su gloria, por ende es una difamación de la honra que Dios merece.

Por otra parte jurar en nombre de otra cosa es pecado, ya lo vimos, pero quiero hacer énfasis en esto, miremos estos dos pasajes: 

Deuteronomio 6:13

“A Jehová tu Dios temerás, y a él solo servirás, y por su nombre jurarás”.

Hebreos 6:16

“Porque los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación”.

En estos pasajes vemos que Dios manda que en el caso de que haya que jurar, demos hacerlo en su nombre, pues los juramentos se hacen por alguien mayor a quien jura, en otras palabras jurar por algo distinto a Dios es reconocer a ese algo como alguien que merece el lugar de Dios, lo cual es un atentado grave al nombre soberano del Señor.

Ahora bien, Jesús dijo: “No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede”. (Mateo 5:34-37) También Santiago escribió: “Pero sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ningún otro juramento; sino que vuestro sí sea sí, y vuestro no sea no, para que no caigáis en condenación”. (Santiago 5:12) ¿Por qué? Hay que aclarar que en ninguno de estos pasajes se refiere al contexto de lo visto en los textos anteriores, es decir, no se está hablando de una situación que amerite poner de testigo a Dios en un asunto, aquí se está hablando de que un creyente debe tener palabra, el detalle de esto está en que Jesús no dijo que no se debe jurar por Dios, de hecho en la lista de cosas que se mencionan en el pasaje no aparece el nombre del Señor, es decir, para asuntos que no requieran un juramento debe bastar la palabra del creyente, ¿Cuántas veces hemos dicho cosas que vamos a hacer y al final no las hacemos? Jesús nos enseña el valor de la palabra, si te has comprometido a hacer algo, no tienes necesidad de poner por testigo a Dios para hacerlo solamente cumple tus palabras, ese es el mensaje de Jesús. 

Para finalizar reflexionemos si estamos honrando el nombre del Señor y si estamos viviendo de manera íntegra, seamos hombres y mujeres de palabra para dar testimonio de la veracidad de Dios en nuestras vidas.

miércoles, 2 de marzo de 2016

La Ley: El segundo mandamiento



“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos”. (Éxodo 20:4-6).

El segundo mandamiento de la Ley que Dios le dio a Moisés en el monte Sinaí consistía en una prohibición clara a fabricar, esculpir o crear cualquier tipo de imagen, ahora bien, ¿Qué imágenes están prohibidas realmente? si abriéramos nuestra billetera y sacáramos un billete nos vamos a encontrar con la imagen de alguno de los personajes ilustres de la historia de nuestro país, entonces ¿Estamos en pecado por tener imágenes en nuestras billeteras? Si tengo un cuadro en la casa ¿Estoy en pecado? Para una mayor comprensión acerca del significado correcto de este mandamiento vamos a dividir el texto en las ideas principales que lo componen:

“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra”: Es curioso que las palabras del Señor son imagen y semejanza, las mismas que se utilizan cuando en Génesis se dice que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, ambas palabras provienen de dos vocablos hebreos: “Tzelem” para imagen y “Demut” para semejanza, tzelem se usaba normalmente para hablar de alguna estatua que representaba a algo o alguien partiendo de la idea de que sería una copia de ese algo o alguien, por tanto este palabra equivale a decir “copia de algo o alguien”, por otro lado demut denota en el hebreo un parecido básicamente físico, como si fuera un molde de algo o alguien. En otras palabras, Dios prohibió que el hombre hiciera molde o escultura con el físico exacto de cualquier cosa para realizar una representación de algo o alguien que bien puede ser un animal, una planta, un ser humano o cualquier otra cosa que pueda representar algún concepto que pueda ser comprendido por lo hombres. Si leemos solo hasta aquí tendríamos que decir que es malo tener cuadros en las casas o algún estampado en mi camiseta, entre otras cosas, pero el mandamiento no llega hasta aquí, la siguiente frase da más luz sobre lo que Dios está mandando.

“No te inclinarás a ellas, ni las honrarás”: En esta frase podemos ver la condición de la prohibición que hace Dios, es decir, Él prohibió las esculturas y representaciones físicas hechas por alguien que tuviera como fin de rendirles algún tipo de culto. Este pecado que Dios prohíbe, la humanidad entera lo cometió, tal y como lo describe Romanos 1:22-23: “Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles”. Queda claro que la prohibición de imágenes consiste en crear objetos que representen algo que sea objeto de culto. Por ende no es pecado que tengas un paisaje en tu casa o un cuadro de tu familia o cualquier otra cosa, es decir, siempre y cuando no sea un objeto de culto o adoración un cuadro o una escultura no tienen nada de pecaminoso. De esto podemos aprender dos principios que debemos aplicar: 

1. No debemos acomodar a Dios a nada de lo que nuestros sentidos pueden percibir, Dios es espíritu y no puede ser representado por nada, de hecho en su diseño, el hombre era el representante de Dios ante la creación, por eso lo hizo a su imagen y semejanza, por eso lo colocó como gobernante de la creación, y sería un error que el hombre se usara así mismo como objeto de adoración, aunque tristemente ese es uno de los grandes pecados del hombre. Por esta razón el Dios de la Biblia es diferente al resto de los demás en la historia antigua, Él no necesita de ninguna representación para ser adorado.

2. No debemos tener ninguna imagen como objeto de culto o religión, es decir, ni para adorarlas, ni para rendirles algún tipo de honor.

“porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso”: Si hay algo claro en esta frase es que Dios no admite la presencia de terceros en su relación con sus hijos. Cuando admitimos la presencia de alguna figura que represente algo y le oramos, le rendimos culto o peor aún colocamos nuestra confianza en ella, estamos violando el segundo mandamiento de la ley del Señor. Tengamos en cuenta que Dios no admite representaciones de Él, eso no le es agradable, de aquí conocemos el pecado de la idolatría, ahora bien, todo idolatra tiene el problema de enfrentarse a Dios que es “fuerte y celoso” de su gloria, pues sólo a Él le pertenece, pero ¿Qué sucede si somos idolatras? La siguiente frase nos dará la respuesta del Dios fuerte y celoso.

“que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen”: Dios abandona en sus pecados a los hombres, el gran castigo que el ser humano puede recibir es el ser dejado por Dios en sus pecados, paradójicamente el pasaje dice que Él visita la maldad, en la mente de los hebreos esa visita se reflejaba cuando tenían enfermedades que se heredaban o en las crisis económicas que trascendían por generaciones, en cualquiera de esos casos, la visita de Dios a la maldad de los hombres es que ellos deben cargar con las consecuencias de sus pecados, así los hijos que siguen en los pecados de sus padres, también cargan con esas consecuencias. Todos aquellos que no aman a Dios, son abandonados en sus pecados y por ende cargan con las consecuencias de ellos. Hoy en día debemos reflexionar en las consecuencias que traen nuestras acciones sobre las generaciones que vienen después de nosotros, pues aunque cada quién es responsable de sus actos, quienes levantan generaciones dejan legados que pueden ser tanto para honra como para deshonra.

“y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos”: Es interesante ver el contraste entre la ira de Dios y su misericordia, con los que aborrecen a Dios hay visita a su maldad hasta la cuarte generación, pero para los que lo aman tienen millares de misericordias por miles de generaciones(Si leen otra traducción como la de la NVI, se darán cuenta que millares se refiere a miles de generaciones, lo cual es una expresión que habla del amor infinito de Dios a sus hijos). Dios se complace en hacer misericordia con aquello que lo aman y guardan sus mandatos, es una promesa sobre la cual podemos descansar, que tenemos en Dios que es misericordioso con los suyos.

En conclusión, guardar el segundo mandamiento de la Ley de Dios, consiste en abstenernos de buscar a Dios por nuestras propias invenciones, más bien ocupémonos en su naturaleza espiritual y en la oración podremos encontrarle, recibiendo sus misericordias que son nuevas cada mañana.

martes, 1 de marzo de 2016

La Ley: El primer mandamiento



“Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.

No tendrás dioses ajenos delante de mí (Éxodo 20:2).

Cuando a las personas se les pregunta cuál es el primero de los 10 mandamientos usualmente contestan: “Amar a Dios sobre todas las cosas”, seguramente porqué eso les enseñaron en sus casas, en la televisión o en alguna otra parte menos la Biblia. Es cierto que Jesús dijo que el primer gran mandamiento es amar a Dios con todo el corazón, el alma, la mente y las fuerzas, pero en el contexto que Jesús dice estás palabras es completamente diferente a la cuestión de cuál es el primero de los 10 mandamientos, el resumen de la Ley es amar a Dios y al prójimo, no el total de mandamientos, en otras palabras, amar a Dios sobre todas las cosas es solo una parte del resumen de estos mandamientos y los que vinieron después. 

Habiendo aclarado la duda de cuál es el primer mandamiento, revisemos en nuestras biblias que quiso decir el Señor a Moisés con esas primeras palabras “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre”, en esta primera frase encontramos la razón que Dios da para emitir su Ley y se divide en tres secciones:

“Yo soy Jehová”: En las biblias, dependiendo de cuál traducción se use, el término hebreo “YHWH” se ha traducido como Jehová, Yahvé y Señor; en el caso de este blog, se usan citas tomadas de la versión Reina Valera de 1.960 por tanto se encuentra el término Jehová. Este término se usa en la biblia para hacer notar el carácter poderoso de Dios, cuándo esta palabra se usaba en el pueblo hebreo se hacía referencia al imperio, el dominio y la majestad de Él. Bien encontramos una descripción de este término en el Salmo 24:7-10 donde dice: “Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla. Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová de los ejércitos, Él es el Rey de la gloria”.

“tu Dios”: El término hebreo que traduce esta palabra es “Elohim” y a diferencia del uso que se le da a “YHWH” para describir poder, dominio y majestad; Elohim se usa para hacer énfasis en la bondad, la gracia y el amor de la deidad. Por eso podemos leer muchas veces la expresión “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob” en esta expresión encontramos la relación de pertenencia basada en la gracia de Dios hacia los patriarcas y por ende con todo el pueblo de Israel. Otro ejemplo lo podemos encontrar en Jeremías 31:33: “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo”.

“que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre”: Esta expresión es una advertencia contra la ingratitud, Israel tuvo el favor de un Dios poderoso, dueño de todo, amoroso y lleno de bondad, algo de no debían olvidar nunca. Por eso en el Salmo 106 el salmista confesando el pecado del pueblo expresa: “Olvidaron al Dios de su salvación, que había hecho grandezas en Egipto” (Salmo 106:21). En otras palabras el pecado del pueblo de Israel radicó en olvidar lo que Dios había hecho por ellos, por eso no tienen excusa delante de Dios pues antes de dictar sus leyes, Él los exhorto a no olvidar lo que hizo por ellos. Ahora bien, nosotros que no somos israelitas no tenemos que recordar necesariamente la liberación de Egipto, pero si tenemos que recordar la liberación que Dios nos hizo del mundo por medio del sacrificio de Cristo, así que el llamado a no ser ingratos con lo que Dios hace con nosotros sigue vigente hoy.

En conclusión, la razón que tenemos por la que Dios nos da sus mandamientos es porque: Él es el poderoso y dueño de todo, Él es amor, bueno y lleno de gracia, y nos quiere guardar de ser ingratos con las obras que ha hecho por nosotros.

Ahora bien, analicemos el primer mandamiento: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”, podemos dividir este mandamiento en dos partes para una mayor comprensión del tema:

“No tendrás dioses ajenos”: Sólo a Dios debemos atribuirle lo que es exclusivo de Él, si bien en la antigüedad existían muchas deidades que fácilmente tomaban el papel de Dios gracias a las tendencias del pueblo de Israel a buscar otras cosas que fueran objeto de su culto, a nosotros que vivimos en el mundo moderno es mucho más fácil abstenernos de buscar otro tipo de deidades; sin embargo, lo que si podemos hacer para violar este mandamiento es no darle a Dios lo que es de su exclusividad, la pregunta sería ¿Qué cosas son exclusivas de Dios? A esto podemos responder lo siguiente, a Dios pertenece solamente:

1. La adoración: Debemos entender que adoración no tiene nada que ver con música, en este contexto de mandamientos de la deidad la adoración es la veneración y el culto que se le rinde a algo o alguien, en este caso a Dios, cuando uno como persona se somete a conciencia a la grandeza de ese algo o alguien. Por ende, a lo único que le rendimos culto y sumisión total es a Dios.

2. La confianza total: La biblia dice que maldito es el hombre que confía en el hombre, sin embargo debemos entender que este versículo se refiera a la confianza total, absoluto y ciega de parte de una persona hacia otra, no es pecado que sientas algo de seguridad y fiabilidad en un ser humano, lo que sí es pecado es que pongas la plena confianza en él. La confianza total es la seguridad de corazón que tenemos en Él por quién es Dios en sí, en otras palabras, por sus atributos.

3. La invocación: Es el recurso que nuestra alma tiene para colocar en Él su esperanza. Muchos cristianos saben que van al cielo y rinden culto a Dios pero no han aprendido a invocar su nombre en medio de las dificultades, es por eso que además de adorar y confiar en Dios, necesitamos invocar su nombre todos los días.

4. La acción de gracias: No quiero decir que no debemos ser agradecidos con los seres humanos que hacen cosas buenas por nosotros, cuándo me refiero a dar acción de gracias a Dios me refiero a sentir una gratitud tan profunda que da como resultado rendir alabanzas a Dios por los bienes que nos ha dado y con ello todas sus obras. Este tipo de gratitud solo la merece Dios.

“delante de mí”: Estas tres simples palabras merecen una mención aparte de lo que hasta ahora hemos podido ver debido a que aquí se está realizando un fuerte énfasis en la gravedad del pecado de tener algo que ocupe el lugar de Dios. “Delante de mí” está diciendo al hombre que sus pensamientos y sus actos siempre están delante de los ojos de Dios, no olvidemos queridos lectores que todo lo que hagamos, sea bueno o malo, será visto por el Señor y eso lo deja claro desde su primer mandamiento.

Para finalizar hagamos una reflexión en nuestro interior ¿Estoy dando el lugar que Dios merece en mi vida? ¿Estoy consciente que todo lo que hago está siendo visto por Dios? Una comprensión de estas realidades me ayudarán a guardar la esencia de este mandamiento.