miércoles, 2 de marzo de 2016

La Ley: El segundo mandamiento



“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos”. (Éxodo 20:4-6).

El segundo mandamiento de la Ley que Dios le dio a Moisés en el monte Sinaí consistía en una prohibición clara a fabricar, esculpir o crear cualquier tipo de imagen, ahora bien, ¿Qué imágenes están prohibidas realmente? si abriéramos nuestra billetera y sacáramos un billete nos vamos a encontrar con la imagen de alguno de los personajes ilustres de la historia de nuestro país, entonces ¿Estamos en pecado por tener imágenes en nuestras billeteras? Si tengo un cuadro en la casa ¿Estoy en pecado? Para una mayor comprensión acerca del significado correcto de este mandamiento vamos a dividir el texto en las ideas principales que lo componen:

“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra”: Es curioso que las palabras del Señor son imagen y semejanza, las mismas que se utilizan cuando en Génesis se dice que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, ambas palabras provienen de dos vocablos hebreos: “Tzelem” para imagen y “Demut” para semejanza, tzelem se usaba normalmente para hablar de alguna estatua que representaba a algo o alguien partiendo de la idea de que sería una copia de ese algo o alguien, por tanto este palabra equivale a decir “copia de algo o alguien”, por otro lado demut denota en el hebreo un parecido básicamente físico, como si fuera un molde de algo o alguien. En otras palabras, Dios prohibió que el hombre hiciera molde o escultura con el físico exacto de cualquier cosa para realizar una representación de algo o alguien que bien puede ser un animal, una planta, un ser humano o cualquier otra cosa que pueda representar algún concepto que pueda ser comprendido por lo hombres. Si leemos solo hasta aquí tendríamos que decir que es malo tener cuadros en las casas o algún estampado en mi camiseta, entre otras cosas, pero el mandamiento no llega hasta aquí, la siguiente frase da más luz sobre lo que Dios está mandando.

“No te inclinarás a ellas, ni las honrarás”: En esta frase podemos ver la condición de la prohibición que hace Dios, es decir, Él prohibió las esculturas y representaciones físicas hechas por alguien que tuviera como fin de rendirles algún tipo de culto. Este pecado que Dios prohíbe, la humanidad entera lo cometió, tal y como lo describe Romanos 1:22-23: “Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles”. Queda claro que la prohibición de imágenes consiste en crear objetos que representen algo que sea objeto de culto. Por ende no es pecado que tengas un paisaje en tu casa o un cuadro de tu familia o cualquier otra cosa, es decir, siempre y cuando no sea un objeto de culto o adoración un cuadro o una escultura no tienen nada de pecaminoso. De esto podemos aprender dos principios que debemos aplicar: 

1. No debemos acomodar a Dios a nada de lo que nuestros sentidos pueden percibir, Dios es espíritu y no puede ser representado por nada, de hecho en su diseño, el hombre era el representante de Dios ante la creación, por eso lo hizo a su imagen y semejanza, por eso lo colocó como gobernante de la creación, y sería un error que el hombre se usara así mismo como objeto de adoración, aunque tristemente ese es uno de los grandes pecados del hombre. Por esta razón el Dios de la Biblia es diferente al resto de los demás en la historia antigua, Él no necesita de ninguna representación para ser adorado.

2. No debemos tener ninguna imagen como objeto de culto o religión, es decir, ni para adorarlas, ni para rendirles algún tipo de honor.

“porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso”: Si hay algo claro en esta frase es que Dios no admite la presencia de terceros en su relación con sus hijos. Cuando admitimos la presencia de alguna figura que represente algo y le oramos, le rendimos culto o peor aún colocamos nuestra confianza en ella, estamos violando el segundo mandamiento de la ley del Señor. Tengamos en cuenta que Dios no admite representaciones de Él, eso no le es agradable, de aquí conocemos el pecado de la idolatría, ahora bien, todo idolatra tiene el problema de enfrentarse a Dios que es “fuerte y celoso” de su gloria, pues sólo a Él le pertenece, pero ¿Qué sucede si somos idolatras? La siguiente frase nos dará la respuesta del Dios fuerte y celoso.

“que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen”: Dios abandona en sus pecados a los hombres, el gran castigo que el ser humano puede recibir es el ser dejado por Dios en sus pecados, paradójicamente el pasaje dice que Él visita la maldad, en la mente de los hebreos esa visita se reflejaba cuando tenían enfermedades que se heredaban o en las crisis económicas que trascendían por generaciones, en cualquiera de esos casos, la visita de Dios a la maldad de los hombres es que ellos deben cargar con las consecuencias de sus pecados, así los hijos que siguen en los pecados de sus padres, también cargan con esas consecuencias. Todos aquellos que no aman a Dios, son abandonados en sus pecados y por ende cargan con las consecuencias de ellos. Hoy en día debemos reflexionar en las consecuencias que traen nuestras acciones sobre las generaciones que vienen después de nosotros, pues aunque cada quién es responsable de sus actos, quienes levantan generaciones dejan legados que pueden ser tanto para honra como para deshonra.

“y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos”: Es interesante ver el contraste entre la ira de Dios y su misericordia, con los que aborrecen a Dios hay visita a su maldad hasta la cuarte generación, pero para los que lo aman tienen millares de misericordias por miles de generaciones(Si leen otra traducción como la de la NVI, se darán cuenta que millares se refiere a miles de generaciones, lo cual es una expresión que habla del amor infinito de Dios a sus hijos). Dios se complace en hacer misericordia con aquello que lo aman y guardan sus mandatos, es una promesa sobre la cual podemos descansar, que tenemos en Dios que es misericordioso con los suyos.

En conclusión, guardar el segundo mandamiento de la Ley de Dios, consiste en abstenernos de buscar a Dios por nuestras propias invenciones, más bien ocupémonos en su naturaleza espiritual y en la oración podremos encontrarle, recibiendo sus misericordias que son nuevas cada mañana.

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